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ATRAPAMEMORIA

1989

 Durante un viaje al desierto de Atacama el año 1989, en las afueras del pueblo de San Pedro, realicé el gesto de cortarme el pelo, que tenía un largo considerable. Dejé una huella material de esta acción en el lugar, como si hubiese pasado un animal y dejado su pelo en unas ramas, o como cita a las ofrendas precolombinas, o quizás como residuo autobiográfico que se sumó a ese paisaje inmenso, como manifiesto de una singularidad efímera frente a su inmensidad.

ATRAPAMEMORIA

2022

Atrapar la memoria es posible en nuestro ADN, que la va transmitiendo entre los cuerpos de una línea sanguínea. Este trabajo une una genealogía femenina en tres piezas naturales intervenidas con el color plateado y una proyección de video. El pelo propio y el de mi hija son colgados de una rama proveniente del jardín familiar, pintada del color del pelo de mi madre, su abuela. La memoria ancestral del femenino está también representada en la marea que sirve de fondo y pantalla para la sombra de estos objetos entrelazados, el agua marina y sus corrientes, mecen los huiros de las costas, como pelo o plantas. La cercanía entre la morfología del pelo y las algas nos llevan a pensar que la biología repite patrones, dando una sensación de unidad, relación y conexión entre las partes de la instalación.

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